Las Lágrimas de San Lorenzo y otras lágrimas de dolor
Buenos Aires, 6 de septiembre 2013
Por Juana Pochet Cala
Cubana-Argentina
¿Qué impaciencia desborda la mente? ¿Qué misterios nos
acusan más allá de lo conocido o lo que está por serlo?
¿Cómo enunciar cada instante en que las sorpresas y las no
tan sorpresas nos dejan atónitos?
¿Abrimos las puertas al universo o sencillamente somos tan
torpemente engreídos, que no admitimos que somos parte de ese universo?
Descuidamos y olvidamos nuestra propia esencia con la prisa y la indiferencia,
aplastamos cuanto de sabiduría supusimos conservar.
Hace más de un mes duermo ovillada como niña desamparada,
con ilusiones y juegos rotos –cosa terrible- Una nota leída al azar daba
vueltas y más vuelta en mi cabeza. “La noche entre el 12 y el 13 de agosto de
2013 se pudo contemplar el apogeo de las o Perseidas, la lluvia de estrellas de
mayor intensidad del año”.
Entre la realidad - ficción, la cinematografía y su
expansión por todo el espacio cósmico, se dotaba con nuevas fibras mi espíritu,
desborde de inquietudes, preocupación infinita en el sin fin de los por qué.
Era la tierra, toda esta inmensidad tierra nuestra, dañada y
en constante peligro por la desmesura del hombre.
La tierra-hombre, y desde la tierra a la atmósfera, al
especia sideral los desperdicios, los inventos enviados desde la propia
tierra-hombre con sus inexactitudes.
Eran los cambios de polaridad solar, eran los cambios de los
cambios, ha dejado de ser noticia la ligera inclinación del eje de la tierra.
Aquél día hurgando entre varios diarios del mundo y la
sombra de la guerra, volví a leer una nota “los que contemplaron el cielo
pudieron ver unos 100 meteoros por hora”.
Cien meteoros por hora- me decía- Todo verdaderamente
hermoso, bello espectáculo celestial, leía recordando alguna que otra vez el
paso de alguna estrella fugaz.
Por vez primera conozco de este texto que leo: “Las Lágrimas
de San Lorenzo son un fenómeno que se produce todos los años cuando la tierra
pasa a través del rastro de partículas dejado por el cometa Swift-Tuttle. Esas
partículas entran en la atmósfera terrestre y se queman, dejando huellas
brillantes. Al observarlas desde nuestro planeta parece que 'salen' de la
constelación de Perseo, por lo cual esta lluvia de estrellas se conoce también
como 'las Perseidas'.
¿Son las Lágrimas de San Lorenzo, las que me llevan a la
angustia, a encontrar cierto paralelo entre lo que se dice, lo que se produce,
en los hechos que acaecen en el día a día?
Desde mi gran ignorancia en la materia, siento esas lágrimas
como nuestras propias lágrimas cargadas de dolor, mezcla de todo, por todo y
con todo. El descreimiento esfuma cualquier magia.
Todas las noches elevamos la mirada al infinito celestial,
gira y giramos, damos vueltas y volteretas en un mundo escaso de raciocinio.
Otras noticias de a poco dejan de serlo para volverse en
hechos repetidores que pone en vilo a la especie humana, martilla la mente del
hombre hasta confundirlo: Caso Edward Snowden, y todas sus consecuencias; el
uso de armas químicas en Siria, otra vez en explosión la prepotencia, el
llamado a invasión, “Guerra”, juego macabro y bochornoso.
Son los bárbaros del siglo XXI que acechan, destruyen
culturas. Injerencias tras injerencias. La vida del hombre lanzada al abismo.
La tierra arqueada, terriblemente herida no deja de dar señales, emite su grito
estremecedor ante el exterminio.
Allá, en lo alto, el cielo quieto en esta otra parte del
mundo, mientras en la otra, no serán lágrimas de San Lorenzo, ni lluvias de
estrellas, no será “el espectáculo maravilloso” que señalan los científicos.
Ellos hablan del cambio de la polaridad solar donde se supone que en un momento
dado el campo magnético solar se reduce a cero, exponiendo a nuestro planeta al
viento cósmico y al viento solar. Ellos dicen:
"Imaginemos que la mayoría de nuestros satélites,
simplemente dejan de funcionar. No habrá una radio de onda corta, Internet solo
funcionará con cable, los teléfonos móviles van a desaparecer", escribe
Ranks, subrayando que el cambio puede afectar no solo a Internet o los
teléfonos, sino que puede poner en peligro los sistemas de mando y de control
nucleares, los complejos equipos de los hospitales o los circuitos bancarios y
de cambio”.
En otra nota que sigo señala: “ Los últimos datos de los
observatorios solares de la NASA muestran que el campo magnético del Sol está a
punto de "volcarse", es decir, de invertir su polaridad.
"Nuestro mundo se está acercando rápidamente a un momento nunca visto
antes en la historia de nuestra civilización tecnológica que convertirá todas
nuestras esperanzas de un gran futuro electrónico en una completa
tontería", escribe Ranks, que recuerda que el anterior cambio polar en sol
se produjo en 2000, "cuando todo el mundo se conectaba a la Red a través
de los módems".
La NASA, la Nasa, me digo una y otra vez en todo este
compendio de análisis ¿Será acaso que toda esa tecnología alcanzada ya no es
suficiente? ¿Será acaso que dentro de las comunicaciones, que la extensión de
las redes ha puesto a la luz cuestiones que convienen mantener en la cara
oculta del mismo planeta? Ha habido tanta insistencia en buscar vida fuera de
la tierra, mientras que en la misma tierra, los caprichos han olvidado al ser,
las ambiciones, la desmesura, la arrogancia tienden a hacerla desaparecer.
Una interrogante atraviesa la garganta: ¿Puede explotar el
Sol en cualquier momento?
Allá, en la infinitud, el cielo tachonado. Ojala nunca más
lo veamos cruzado, manchado, desangrando a consecuencias de misiles o cualquier
armas de destrucción masiva.
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